Aquella mañana X no se reconoció en el espejo.
X salió de su casa y entró a una cafetería y se sentó junto a la barra. Entonces escuchó a la camarera decirle al camarero: Cualquier versión es falsa, la nuestra también. Hay cosas a las que no podemos enfrentarnos y a la que solo nos atrevemos a mirar con el rabillo del ojo.
Al final de la mañana X volvió a casa y volvió a mirarse al espejo, esta vez casi se reconoció.
Aquella mañana fría muchas personas se levantaron y después de una ducha caliente posaron su mano sobre el cristal empañado y, con un movimiento parecido al del limpiaparabrisas del coche, se borraron.